Un poco de historia. Mundial y local.
A comienzos de 1946, el gobierno de Estados Unidos veta una iniciativa de su propio Congreso de incluir a España en el Plan Marshall[1]
Días después se firma el protocolo Franco-Perón. Esto implicaba un considerable incremento en la exportación argentina a España, que se había convertido en 1948 en el cuarto cliente en importancia de la Argentina, luego de Gran Bretaña, Estados Unidos e Italia[2].
Un año después, la República Argentina padece una formidable sequía que produce verdaderos estragos en su economía, afectando sensiblemente los últimos tramos del Primer Plan Quinquenal (1947-1951).
Además, el Plan Marshall había permitido que los países europeos dependientes de Argentina, pudieran producir sus propios alimentos o comprarlos a otros proveedores, sumándose así a la pérdida del poder adquisitivo del peso argentino.
Esta situación obliga al gobierno a encarar un plan de estricta economía, elaborando el Plan Económico de Austeridad. En éste, el 50% de la responsabilidad en la ejecución del mismo, recaía en el propio gobierno. Un 25% en los sindicatos, en lo referente a la producción. El 25% restante, lo debía asumir el pueblo colaborando en el cumplimiento de las normas impartidas por los distintos ministerios.
La Cocina de la Salud
Uno de los puntos de apoyo, lo brinda el Ministerio de Salud Pública, a cuyo cargo estaba el Dr. Ramón Carrillo. Era un eminente neurólogo y neurocirujano considerado hasta el presente, como el mejor sanitarista que ha tenido la Argentina. Carrillo implementa una masiva campaña de difusión para cambiar los hábitos alimenticios de un pueblo acostumbrado a consumir carne vacuna. Incorpora el concepto de la huerta familiar. Crea, además, junto a especialistas en nutrición y dietistas, un plan denominado Cocina de la Salud. Este plan consistía en recorrer distintas zonas del país para explicar como debía aprovecharse al máximo los productos regionales y estacionales, para elaborar preparaciones económicas y beneficiosas para la población.
Decía Ramón Carrillo: “Nuestro país consume -término medio general- 150 kilogramos de carne por persona y por año. Esta cifra es muchísimo mayor en la Capital Federal que en las provincias y territorios. Estados Unidos es el país mejor alimentado del mundo, no el que come más. Sólo consume 69,6 kilogramos de carne por persona y por año. De acuerdo con los estudios realizados por Salud Pública, la cantidad óptima para el pueblo argentino debe ser de 89,6 kilogramos de carne por persona y por año. O sea, 200 gramos diarios en peso neto, o 240 en peso bruto. En realidad, desde el punto de vista teórico, 70 kilogramos por persona y por año es la cantidad ideal. Basta y sobra con ella para la plenitud de la salud.”
Cecilio asesor y conferenciante
A oídos de Carrillo, llegan noticias sobre la escuela y sobre el activo naturista de Don Bosco que la había creado. Lo convoca y le comenta acerca del plan Cocina de la Salud, y la creación de un sector en el ministerio dedicado a la alimentación natural.
El ministro resuelve así, en parte, el problema de la exportación y la reducción del excesivo consumo de carne. Cecilio comienza a trabajar en el ministerio como asesor de Carrillo y viaja por todo el país haciendo congresos y cocinando en salones, unidades básicas. En la Capital Federal, lo hace en todas las plazas públicas de la Capital y también en Gath y Chaves. En las actividades, se explican las recetas, se cocina y hay exposición de platos. Cecilio tiene un equipo de cocineros, de dietólogos, y la gente puede degustar el menú.